¡Hola viajero! ¿Ya tienes tu café en mano?☕️
Frase del día
“No sé qué voy a hacer con mi vida, pero sí sé que voy a vivir cada minuto de ella.”
- Joe Gardner, personaje principal de la película Soul de Disney.
¡Espero que tengas un gran inicio de semana!
Y también un muy buen inicio de año🤞🏼💫
La naturaleza es una fuente innagotable de inspiración para aquellos que escriben.
Para Neruda, sólo la contemplación de la naturaleza con sus estaciones y ciclos podía explicar de una manera semejante la complejidad de los seres humanos y sus relaciones. Por otra parte, Chul Han halló en el jardín un lugar de descanso para la vida desgastante y ajetreada; un lugar de redención.
No resulta extraño que la mayor parte de los escritores tengan puntos dispares respecto a una misma cosa. Decía Kant: “ponemos en las cosas lo que queremos ver en ellas.”
Esto no fue diferente para Aristóteles. La observación de la naturaleza no lo llevó a hablar sobre el amor o a indagar en lo profundo de sí mismo para alcanzar un conocimiento más claro de él mismo. Al menos ese no era su objetivo.
Pero sí quedó muy impresionado al darse cuenta de lo perfecta y armónica que es la naturaleza. Para darnos cuenta de esto no es necesario atravesar océanos o escalar montañas. Lo podemos percibir en perfectamente en la pequeñez de una semilla.
La metafísica.
“Todos los hombres desean por naturaleza, saber…”
Así empieza uno de los libros más leídos de Aristóteles, La Metafísica. En él decide estudiar a la naturaleza misma y lo que está más allá de ella (meta-'más allá' physis-'naturaleza') convencido de que eso explicará al universo y por lo tanto, al ser humano.
La personalidad misma de Aristóteles lo llevó a estructurar un libro metódico y un tanto tosco. Con el peligro de quedarnos dormidos, pero al menos, entendiéndolo. Antes de meterse a explicar temas tan confusos como las 4 causas o el primer motor inmóvil, dejará en claro algunos conceptos básicos para entender su pensamiento.
Potencia🥚 y Acto🐣
Uno de esos conceptos es el de potencia y acto.
Te voy a poner varios ejemplos. En acto, yo soy estudiante de Filosofía; pero en potencia soy licenciada en Filosofía. En acto, estamos en enero del 2021; en potencia estamos en diciembre del 2022.
Vamos ahora un poco más lejos.
En acto, soy estudiante de Filosofía; en potencia soy estudiante de Ingeniería Aeronáutica. En acto, Cristiano Ronaldo es un exitoso futbolista portugués; en potencia es un reconocido alpinista con un récord guinness.
La potencia se refiere a las posibilidades, y el acto a lo que hoy es una realidad. Pero la potencia no se reduce a lo que es probable, sino a un futuro quizás no visualizado, y sin embargo posible. Es decir, yo en este momento no tengo interés alguno por estudiar Ingeniería Aeronáutica, pero en caso de que cambiara de opinión está dentro de mis posibilidades hacerlo.
¿A dónde vamos con esto?
La semana pasada pude ver la nueva película de Disney Pixar, Soul. Prometo esforzárme en no hacerte spoiler pero ojalá puedas verla si aún no lo has hecho, vale mucho la pena.
La película da para hablar de muchísimos temas y conectarlos con filosofía, sin embargo me llamó la atención un tema en particular.

Por la estructura misma del mundo que hemos creado, tendemos a creer que nacemos para algo. Es decir, cuando encontramos una actividad que nos hace muy felices es fácil pensar que nuestra vida está destinada a ello.
Nacimos para bailar, cocinar o escribir. No quiero sonar pesimista con esto, pero detengámonos a pensar un momento.
Somos seres que tenemos infinitas posibilidades a llevar a cabo, pero nos hemos decidido sólo por un puñado ya que parte de nuestra naturaleza lo demanda. Siendo finitos, tenemos que renunciar a muchas otras posibilidades.
Lo que enseña Aristóteles con su teoría de potencia-acto deja muy claro este punto.
Nosotros nacemos en un determinado contexto geográfico y con unas características físicas. Conforme a las experiencias que vamos viviendo y las personas que vamos conociendo nuestra percepción y nuestras preferencias personales se moldean.
Hablemos por ejemplo del caso de Chimamanda Ngozi, la escritora de la que hablamos en el newsletter pasado. Su temprano acercamiento a la literatura la inclinó a desarrollar interés por escribir. Pero esto pudo no ser así. A ella también le apasiona enseñar -su padre fue un gran ejemplo para ella-, quizá si no se hubiera encontrado con esas novelas inglesas y americanas que tanto la atraparon, pudo haberse dedicado exclusivamente a la docencia.
Las cosas que hoy encontramos nosotros para ‘definirnos’ pudieron no haber sido de esa manera, entonces… ¿por qué sostener nuestro ser en ello? No quiere decir que no lo apreciemos y valoremos, pero hay que ir más profundo para distinguir por qué hacemos lo que hacemos.
En un última instancia decidimos a qué queremos dedicar nuestra vida porque es lo que nos hace sentir plenos y felices… ¿no crees?
Gracias por leerme, sé lo valioso que es tu tiempo.
Te escribe con cariño,
-Aranza S (@catarsisfilosofica)